Relatos Tequeños (II)

Oscarlo Lara

Relatos Tequeños… Aunque parezca fácil no resulta serlo el escribir como hablar de algo o de alguien con quien guardas estrecha relación… 

Es así como querer hablar de uno mismo y ser lo más objetivo posible sin exaltar atributos y mucho menos pecar de modesto al hacer referencia o alusiones de una ciudad como Los Teques, que como sabemos no se puede ocultar el sol con un dedo como tampoco negar que la otrora ciudad del clima ideal hoy día nos regala una que otra estampas de antaño con su velo de niebla matutina...

Relatos Tequeños (I)

Oscarlo Lara

Excelente iniciativa la de crear este blog en donde periodistas de la otrora llamada ciudad del clima ideal Los Teques, escriban sobre este pueblito con ínfulas de capital donde las añoranzas de sus lugareños se centran en torno a la neblina que cubría, calles, parques, plazas y cuanta casa o edificio de apartamentos y comercios se asentaban sobre la quebrada geografía altomirandina.

Los Teques, es mundialmente conocido por un pasapalo de masa de harina de trigo que envuelve hoy en día múltiples productos dulces o salados, que por la época en que operaba el Gran Ferrocaril de Venezuela, eran esperados con ansias por la gente de la Capital venezolana en la terminal de La Cañada, bajo el anunció de “¡Llegaron los tequeños!” más por sus productores que por el nombre propio de los bastoncillos de queso maduro envueltos en masa.

El cañón de la quebrada


Tomás Martínez Sancho

Al fondo de la quebrada lo encontramos el 12 de octubre de 1998. Estaba incrustado en el lecho. Imposible movilizarlo a fuerza bruta. El mecánico pronto pensó en una “señorita” para sacarlo. Tenía una larga historia, desde la guerra federal, cuando las tropas del general Eleazar se vieron rodeadas por los centralistas y hubieron de emprender la retirada abandonando todos sus pertrechos.

El culo de la madre


Yurimia Boscán

Heme aquí, sin pestañar siquiera, escuchando hacia adentro todos los corneteos y los comentarios de quienes pasan y me rozan para convencerse de que existo. “La madre”, “El culo de la madre”, me dicen, y algunos hasta se aventuran al toqueteo para comprobar la dureza de mi piel. 

El museo que hace falta

Hace falta un museo para Los Teques. De eso estoy seguro. Así como hacen falta otro montón de cosas. Pero en la claridad que tengo de que el espacio público contribuye a construir ciudadanía no me queda ninguna duda de que a esta capital desvencijada y maltratada le hace falta su museo.

Un museo de verdad. No una salita por allá escondida en una casa particular o en alguna institución pública donde pongan algunas piezas en exhibición para que quien por casualidad entre las vea. Hablo de una institución con todas las de la ley, organizada y estructurada para ofrecer contenido de calidad en la - aunque a veces no lo parezca - ciudad capital de Miranda.